Introducción
La educación contemporánea enfrenta uno de sus mayores desafíos: atender la diversidad en el aula. Cada estudiante es un ser único con características, habilidades, intereses, motivaciones, contextos sociales y trayectorias de vida diferentes. Esta realidad se conoce como diferencias individuales, y su reconocimiento es esencial para garantizar procesos de enseñanza-aprendizaje justos, accesibles y de calidad.
Durante años, la educación tradicional se enfocó en la homogeneidad: mismos contenidos, mismos métodos, misma evaluación para todos. Sin embargo, esta lógica ha generado exclusión, rezago y abandono escolar. La solución es clara: la educación inclusiva, una propuesta que busca adaptar la escuela al estudiante, y no al revés.
Este artículo explora los orígenes, la importancia y las implicaciones pedagógicas de las diferencias individuales, abordando también su impacto en la aceptación social, el trabajo y la vejez.
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